Todos hemos escuchado el consejo: mantener una actitud positiva es fundamental para una vida feliz y exitosa, especialmente en tiempos difíciles. Pero, ¿qué separa realmente a aquellos que son crónicamente positivos del resto? La respuesta puede no ser tan compleja como parece.
En momentos de adversidad, puede resultar difícil encontrar razones suficientes para mantener una mentalidad positiva. Sin embargo, es precisamente en estos momentos cuando necesitamos fortalecernos para enfrentar el desafío más real: nuestra propia negatividad.
Aunque pueda parecer imposible mantenerse positivo cuando todo parece desmoronarse a nuestro alrededor, esta actitud es alcanzable y, lo que es más importante, vale la pena. Quién sabe, tal vez algún día tu vida dependa de ella.
La palabra "positivo" a menudo genera frustración. Es común escuchar a personas decir: "¿Cómo puedo ser positivo cuando nada en mi vida está bien?" o "Es fácil para ti ser positivo y sentirte bendecido, tú no has perdido a un ser querido o tu empleo". Sin embargo, ¿y si reconsideramos lo que realmente significa ser positivo?
Ser positivo no siempre implica vivir en un mundo de fantasía. No se trata sólo de sentirse bien todo el tiempo, porque está bien sentirse mal; eso es lo que nos hace humanos. Ser positivo no significa que debamos sonreír constantemente y disfrutar cada momento de nuestras vidas. Más bien, se trata de reconocer que está bien llorar, sentirse triste, enfadarse y perder la calma en ocasiones. Ser positivo no significa que nunca cometeremos errores, sino que aprenderemos de ellos y seguiremos adelante con optimismo, sabiendo que cada error nos acerca un poco más a ser mejores personas.
Las personas crónicamente positivas no están exentas de problemas, pero lo que las distingue es su capacidad para ver estos problemas como parte del proceso de la vida. En lugar de dejarse consumir por la adversidad, responden con un comportamiento habitual que les permite centrarse en las partes de sus vidas que les brindan alegría. Para ellas, el dolor es simplemente eso: dolor. Es temporal, y aunque pueda ser intenso, es mitigado por la perspectiva y la experiencia pasada.
Estas personas comprenden que la adversidad es fundamental para el crecimiento personal. Estamos aquí para experimentar, aprender y evolucionar hacia la mejor versión de nosotros mismos. El filtro a través del cual percibimos nuestras experiencias determina en quiénes nos convertimos. Aprender a enfrentar los desafíos con valentía nos libera del victimismo y nos permite crecer incluso en los momentos más difíciles.
Así que la próxima vez que te enfrentes a una situación desafiante, recuerda que es sólo un capítulo más en tu viaje de crecimiento personal. Quizás puedas compararlo con un examen escolar en lugar de con el Apocalipsis. Al fin y al cabo, ¿no es eso lo que hacen las personas crónicamente positivas?
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